Dios: El misterioso creador.
El hombre siempre ha sabido de la presencia de un misterioso Poder en el universo.
Algunas veces, ha identificado a este Poder con cosas que él ve, pero acerca de las cuales poco conoce, como el sol y las estrellas; a veces, ha pensado que el Misterio es una persona invisible o un grupo de individuos semejantes a él, pero con mayores poderes; otras veces, se ha formado ideas más abstractas y complicadas sobre la Causa Primordial que originó la Creación y cuya Presencia él instintivamente ha sentido o razonado.
La gente de las diferentes partes del mundo no está de acuerdo con respecto a en qué consiste el Misterio, pero sí concuerda en un punto; el tal Misterio existe.
Bahá'u'lláh nos enseña que el hombre de todas las edades históricas siempre ha buscado la misma Realidad, aunque la ha comprendido de diferente modo. Él ha empleado diferentes nombres y ha adorado distintas formas, pero en realidad siempre ha creído en este Poder misterioso, el cual es más que él mismo.
Albert Einstein, famoso científico del siglo XX, expresa su creencia de este modo:
“Mi religión consiste en la humilde admiración del infinito Espíritu superior, que se revela en los pequeños detalles que podemos percibir con nuestra mente tan frágil y débil. Esa profunda convicción emocional de la presencia de un Poder superior, que se revela en el universo incomprensible, es mi idea de Dios”.
Los bahá'ís concuerdan con el científico en que no podemos comprender plenamente este “Poder superior” con nuestras limitadas mentes humanas. Ésta es la razón por la cual nuestro concepto de Dios ha cambiado y continuará cambiando.
Aunque nuestro conocimiento de Dios es limitado, Su Amor por nosotros nunca ha cesado.
Bahá'u'lláh dice que Dios ha comunicado este Amor en cada época, por medio de un Hombre que Él ha escogido como Su Portavoz en la tierra. El Mensajero de Dios entre nosotros transmite – en términos que pueden ser comprendidos y a través de Su vida y Sus Enseñanzas – el ilimitado Amor de Dios por Su creación.
Él llega en el momento en el que más Lo necesitamos, aunque en nuestra ignorancia no tomemos conciencia de tal necesidad, y está dispuesto a sufrir las indignidades que Le inflijamos, a cambio del Amor y la Guía que nos brinda para nuestra felicidad.
Si reconocemos a este Mensajero de Dios, dice Bahá'u'lláh, hemos reconocido a Aquél, Quien habla a través de Él.
“La puerta del conocimiento del Antiguo Ser siempre ha estado, y continuará estando, cerrada a la faz de los hombres. El entendimiento de ningún hombre jamás tendrá acceso a Su Santa Corte. Como una muestra de Su Misericordia, no obstante, y como una prueba de Su amorosa Bondad, Él ha manifestado a los hombres los Soles de Su Divina Guía, los Símbolos de Su Divina Unidad, y ha ordenado que el conocimiento de estos Seres Santificados sea idéntico al conocimiento de Su propio Ser. Quienquiera que Les reconozca, ha reconocido a Dios. Quienquiera que escuche Su Llamado, ha escuchado la Voz de Dios…”
(Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, XXI)
