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Las manifestaciones de Dios.

Los Mensajeros de Dios han aparecido en diferentes épocas de la historia y entre diferentes pueblos.


Los Mensajeros de Dios son los Fundadores de las grandes Religiones del mundo. No debe confundírseles con los profetas menores, los santos o los reformadores que han derivado su inspiración del Fundador de su Fe. Estos Mensajeros Divinos manifiestan en Sus propias vidas los atributos de Dios, tales como amor, misericordia, justicia y poder, en un grado que está mucho más allá de la capacidad de los seres humanos corrientes.


Por ejemplo, Jesucristo es el Fundador del cristianismo, una de las Religiones independientes del mundo.


Bahá'u'lláh los llama Manifestaciones de Dios. Si comparamos a Dios con el sol, una Manifestación de Dios será como un espejo perfecto en el cual se refleja la luz, el calor, y los vivificantes poderes del sol. El sol no desciende al espejo, por lo cual no podemos decir que el espejo es el sol, pero si no tuviéramos otra manera de ver al sol, podrimos dirigir nuestra mirada al espejo y ver su reflexión perfecta.


Dice Bahá'u'lláh:


“Estos Espejos santificados… son todos y cada uno los Exponentes en la tierra de Aquél, Quien es el Astro Central del universo: su Esencia y Propósito último. De Él proceden Su Conocimiento y Poder, de Él proviene Su Soberanía. La belleza de Su Semblante es solamente un reflejo de Su Imagen; Su Revelación, un signo de Su Gloria Inmortal… A través de Ellos se transmite una gracia que es infinita y por Ellos se revela la Luz que jamás palidece.” (Kitáb-i-Íqán, p. 68)





Las Manifestaciones de Dios tienen una doble posición.


Cada una de Ellas es, en un momento dado, el Portavoz de Dios en la tierra. En este sentido son iguales y no puede hacerse distinción alguna entre Ellas. La otra posición corresponde a las limitaciones del mundo humano. Cada Uno tiene un nombre diferente y una individualidad distintiva y una misión definida. Cuando se dirige al mundo, el Mensajero de Dios habla a veces con la Voz y la Autoridad de Dios mismo y otras veces habla como un hombre que lleva el Mensaje de Dios a Sus semejantes.


En las palabras de Bahá'u'lláh:


“Si alguna de las Manifestaciones de Dios, que todo lo abarcan, declarase: ‘Yo soy Dios’, ciertamente diría la verdad y no cabría de ello duda alguna. Ya que ha sido repetidamente demostrado que, por medio de Su Revelación, Sus Nombres y Sus Atributos son hechos manifiestos en el mundo… Y si dijesen: ‘Somos los siervos de Dios’, éste también es un hecho manifiesto e indiscutible. Puesto que Ellos se han hecho manifiestos en una absoluta condición de servidumbre, una servidumbre como la que ningún hombre podrá alcanzar.” (Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, XXII)


La mayoría de la gente está preparada para aceptar al Fundador de su propia Fe como un Portavoz o Manifestación de Dios sobre la tierra, pero está convencida de que Su posición es única y de que los Fundadores de las demás religiones no pueden compararse con Él.


Bahá'u'lláh nos enseña que los Mensajeros de Dios no deben ser considerados rivales en el mundo, cada uno compitiendo con los demás por el reconocimiento de la raza humana. Ellos son como maestros de la misma escuela.

Así como un sabio maestro adapta sus enseñanzas a la capacidad de sus alumnos, estos Educadores divinos imparten Sus Enseñanzas acorde con la capacidad de la gente entre la que han aparecido. Las lecciones que se dan a una clase compuesta por niños no pueden ser las mismas que se enseñan a los adultos, aunque los maestros de ambos grupos hayan sido educados en el mismo colegio y posean la misma suma de conocimientos. Del mismo modo, los Educadores de la humanidad, aunque derivan Su inspiración de la misma Fuente, han enseñando lo más apropiado a aquellos, a quienes han venido a ayudar.

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Acerca la Fe

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La Fe Bahai es la más reciente de las religiones independientes del mundo. Desde sus inicios en Irán, a mediados del siglo XIX.

Tiene sus propias Escrituras Sagradas, sus propias leyes principios y promesas.

Su comienzo data desde el anuncio de su Heraldo, El Báb en 1844 d.C. (1260 de la era musulmana) seguido por la misión de Su Fundador, Bahá'u'lláh, que duró cuarenta años, desde 1852 hasta 1892.

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